Sunday, November 21, 2010

La India.

Cuando recorro los caminos de la vida en mi motocicleta encuentro pensamientos que necesitan atención. Parte del propósito de mi jornada es descubrir a la gente que es importante para mí. Para saber quien es esa niña y como conservarla le pedí a mi madre que compartiera un poco de su niñez conmigo.

Y quien es esa india? Esa india es mi madre… a la cual admiro y con la cual tengo una misión.
Esa india sufrió y no se doblegó y es ahora una mujer con futuro como lo he mencionado antes. Pero déjenme contarles parte de la historia de esa india, esa india que tiene más valor que cualquiera al que no se le denomina “indio”, esa india que entiende que en esta vida existe una misión y que en esta vida todo se paga, esa india que luchó por defender su integridad, esa india que no tuvo la culpa de ser india. Pero ellos, ellos se arrepentirán…

Tu dolor me duele y me entristece, no puedo entender tanto horror y en ocasiones me hizo aborrecer ciertas circunstancias, mi estómago se encoge cada vez que leo las líneas escritas a continuación. Las lágrimas se derraman de mis ojos tratando de entender cómo es que nadie hizo nada serio al respecto, cómo es que nadie entendió que a parte de que mi madre era india era humana… Cómo es posible? En verdad que me duele y quiero compartir este dolor…

Mi niñez??? Es algo que me causa aún dolor y que prefiero tenerlo en el baúl del olvido. Mi madre era hija de una muy buena familia, mi padre hijo también de un señor de muy buena familia y de su sirvienta lo cual hacía de mi padre una persona humilde. Cuando mi madre intentó casarse con mi padre no obtuvo el permiso pues no se concebía que una señorita de buena familia se casara con el hijo de una sirvienta; mi madre metió capricho y se fue con mi padre sin casarse lo cual originó que mi madre quedara fuera de su familia y por consiguiente sus descendientes que fuimos mi hermano y yo pues éramos considerados los hijos del indio.

Al año de casada de mi madre llegué yo con gran alegría para mi padre y para mi abuela paterna, sin embargo no se por qué motivo al año de nacer mi padre encontró a mi madre pegándome lo que originó que mi padre se enojara y me llevara a vivir con su madre una mujer humilde indígena pero muy inteligente y de muy buen corazón quien me acogió junto con su nuevo esposo con mucha alegría ya que su esposo no podía tener hijos y yo fui esa hija esperada. Me crié con mis abuelos paternos y durante unos pocos años fui una niña consentida y feliz, recuerdo que siendo muy niña mi abuelo el día de mi cumpleaños me llevaba serenata y eso es un gran recuerdo… me hacían fiesta y pastel y era una niña envidiada en ese lugar. Mi padre iba con frecuencia a verme y recuerdo que me alzaba con sus fuertes brazos, me impulsaba hacia arriba y luego me cachaba, tal vez un juego demasiado brusco para una niña pero a mi me encantaba. Peleaba con mi padre por el amor de mi abuela y le decía mi abuela: -Me quiere más a mí que a tí, y el reía. Mi madre?, no me gustaba que fuera a visitarme, sus visitas las recuerdo como molestas, recuerdo que llegaba con un niño que decían que era mi hermano, pero yo prefería estar sin ella , así transcurrieron muchos años hasta que llegué casi a los cuatro.

Ahí todo cambio… el 15 de Septiembre mi padre me fue a visitar, me llevó regalos, jugó conmigo y se despidió; pero cosa muy rara al llegar al puente estuvo más de una hora diciendo adiós, mi abuela comentó: -Tu padre está loco según el tenía cosas que hacer y míralo en el puente diciendo adiós, por fin se despidió. Yo jamás he olvidado su imagen diciendo adiós, ese fue el último día que lo vi ya que en la noche lo mataron, dicen que una bala perdida y hasta la fecha no se sabe la verdad pero fue en ese momento en que mi destino dio un giro y empezó para mí una infancia muy dolorosa.

Fuimos al velorio que se celebró en la casa de mi abuelo paterno, yo no me explicaba como era que yo tenía otro abuelo, me dijeron: -Este es tu abuelo. Yo quedé muy impresionada por el lujo de la casa y la elegancia de ese señor que decían que era mi abuelo; el esposo de mi abuela (mi abuelito Antonio) era completamente diferente a mi abuelo Apolinar, un hombre sencillo y noble que por amor a esa mujer estaba en un pequeño rincón dominando su orgullo de estar en la casa del hombre que había sido el primer amor de mi abuela, él estaba en ese rincón siendo ignorado por todos mientras mi abuelo Apolinar recibía las condolencias cuando en realidad él era el verdadero padre de mi padre. Dentro de mi inocencia percibí su dolor y me acerque a él, puse mi cabeza en su rodilla y ahí me quedé con él; mi abuela estaba destrozada por el dolor de mi madre. No me acuerdo si en ese día o al pasar los días alguien aconsejó a mi madre que fuera por mí o le iba a perder el cariño y así lo hizo, fue por mí…

Causándole un nuevo dolor a mi abuelita María de perder a su hijo y a su nieta a la vez me fui a vivir con mi madre y ahí empezó mi desdicha ya que mi madre me golpeaba por cualquier motivo, por tirar la leche, por no querer tomarme el ponche que no me gustaba, por cualquier cosa. Yo deseaba intensamente regresar con mis abuelos. En fin, pasó un tiempo y un seis de Enero llegaron los Reyes Magos con los regalos que les llevan a los niños y ese día fueron los hermanos de mi mamá a ver 1o que les habían traído los Reyes, entre ellos un tío mío blanco de ojos azules guerito y yo empecé a cantarle una canción que escuchaba pero no sabía si era buena o mala, a mí simplemente me gustaba, la canción decía así: “Guero guero guero balín alza la pata que no te lo vi”, mi tío me acusó y mi madre me pegó, me encerró en el baño y me golpeó hasta que se cansó. Cuando desperté estaba ensangrentada y adolorida y en ese momento decidí escaparme de la casa, tomé una lata y escarbé abajo de la cerca y cuando pude pasar me escapé y me fui al centro, llegué donde estaban los taxis y busqué a un señor que siempre llevaba a mis abuelos a La Concha y le dije que mi mamá me pegaba muy feo y que me llevara con mis abuelos que ellos le pagarían el viaje, el señor se compadeció de mí y me llevó a La Concha donde mis abuelos se espantaron, le pagaron al señor y me curaron. Yo estaba adolorida pero feliz de estar nuevamente con ellos, el gusto me tardó tres días pues mi madre visitó a su tío el General Modesto Solís y le dijo que me habían robado por lo cual mi tío dio órdenes de buscarme y enseguida ME ENCONTRARON!!!

Llegaron muchos federales y se llevaron a mis abuelos a la cárcel, yo conté en el juzgado como eran las cosas pero no me creyeron, yo les dije que no quería vivir con mi mamá pero no me hicieron caso y nuevamente regresé al martirio de vivir con mi madre. Mi madre me golpeaba por cualquier motivo, me colgaba de una viga y me dejaba toda la noche ahí, a mí me daba mucho miedo pensaba cuando los árboles se movían que el diablo venía por mí, me dejaba amarrada de los chiqueros, ahí no me daba tanto miedo pues estaban los cochinos y dormía con ellos.

Para ese entonces al morir mi padre, la familia de mi madre la volvió a aceptar y nos enviaba a la casa de mi abuela materna cada domingo. Ahí el sufrimiento era diferente, mi abuela era elitista y por consiguiente ni a mi hermano ni a mí nos quería porque decía que éramos indios y siempre sacaba que mi padre era indio y que nosotros habíamos sacado lo indio de nuestro padre. Yo veía que la familia de mi madre era blanca y sí, yo me sabía y me sentía diferente, pero la verdad no me gustaba visitarla los domingos, lo único que me consolaba es que ella nos mandaba con mi bisabuela Natalia la madre de mi abuelito Miguel (papá de mi mamá) y ella era diferente.

La relación con mi abuelo Miguel (padre de mi madre) se fue haciendo más y más profunda y él llegó a convertirse en el único apoyo para mí, él me tuvo cariño y muchas veces me defendía cuando mi madre me colgaba y yo lloraba, los vecinos se daban cuenta y le avisaban a mi abuelo y él llegaba en la madrugada a descolgarme y me llevaba con él con sabido disgusto de mi abuela materna que le decía a mi abuelo: -Ya traes a esa india.

La historia continúa… parte de mi niñez trascurrió entre los golpes de mi madre y las humillaciones y desprecios de mi abuela materna, no se que tiempo pasó pero un día oí a mi madre expresarse despectivamente de mi abuelito Antonio diciendo: -Por fin el viejo murió, supe al instante que jamás volvería a ver a mi abuelo un hombre que no necesitó llevar mi sangre para amarme. Años más tarde me enteré que a causa de mi escapatoria mis abuelos habían pasado por muchos problemas y habían perdido su patrimonio y mi abuelita María estaba viuda, sola y pobre. Nunca imaginé que una decisión mía afectara a tantas personas. Mi padre le dejó a mi madre una tienda de abarrotes, una casa pero mi madre no supo trabajarla y fue perdiendo todo poco a poco hasta que un día mi madre perdió la casa. Escuchaba que un hombre (sin mencionar al hombre) con engaños se la había quitado, tuvimos que pagar renta y nos cambiamos dos veces; en la última casa que vivimos mi madre no pudo pagar la renta y al cabo del tiempo nos echaron a la calle, que doloroso es ver que te arrojen a la calle y yo como niña pensaba: -Donde vamos a dormir, que vamos a comer?

Mi madre se desapareció y me dejó sola con mi hermano, los dos estábamos abrazados y llenos de temor, alguien fue y le dijo a mis tíos lo que pasaba y fueron por nosotros y terminamos en casa de mis tíos. Mi madre apareció tres días después completamente trastornada. En ese tiempo mis abuelos maternos ya vivían en México y nos llevaron a esa ciudad pues en Coscomatepec éramos la vergüenza de nuestra familia. Nuevamente a soportar las humillaciones de mi abuela materna y de dos tías mías muy bellas blancas de ojos azules rubias pero de malos sentimientos que se unieron con mi abuela para humillarnos; una tía mía compró para mi madre un puesto en la lagunilla para que trabajáramos (mi tía Lupe una de las pocas personas que nos vió como seres humanos). La lagunilla era un mercado lleno de colorido y de tradición, yo no sabía nada del negocio pero le echaba ganas para tener dinero que llevar a casa, no se que tiempo pasó pero a mi madre no le gustaba ese negocio y lo descuidaba dejando sobre mis hombros toda la responsabilidad. Un día me atreví a decirle a mi madre que pusiera más atención en el negocio y me golpeó, fue tal la golpiza que tuvieron que llamar al administrador y él me defendió; recuerdo que su apellido era Mendoza igual que yo, él me dijo que si no tenía algún familiar con el cual yo pudiera estar, en ese momento me acordé de una tía mía hermana de mi abuelo materno llamada Rosario y le dije que quería irme con mi tía CHARO, ella se me hacía parecida a la Reina Isabel y pensé: -Con ella quiero estar.

Mi tía Charo fue por mí y viví en su casa durante un tiempo, tal vez una de las épocas tranquilas de mi niñez. Mi tía Charo me inscribió en la escuela pues para esto yo ya no estudiaba y gracias a mi tía Charo terminé la primaria y ahí conocí a mi maestra Aurorita una gran maestra que me brindó mucho cariño en esa casa que me parecía un castillo. Conviví con tíos míos más pequeños que yo Fernando, Ricardo, Gerardo y Virginia. Con mi tía Charo visité por primera vez un café y me pidió un capuchino… que sabor tan especial, que rico… aún lo recuerdo. Íbamos al cine y después a tomar café y pastel los domingos. Mi tío Ricardo nos llevaba al Hipódromo de las Américas en donde él trabajaba y visitábamos a mi tía Modesta.

En la primaria gané un concurso de declamación, al terminar la primaria mi abuela materna me preguntó que quería hacer y yo le dije que seguir estudiando porque quería estudiar para Licenciada. Ella me dijo que estudiara una carrera corta porque mi maestra le había dicho que mi cabeza no daba para estudiar. Nunca le comenté a mi tía Charo lo que me dijo mi abuela, tal vez si lo hubiera hecho las cosas fueran distintas. Mi tía Charo me inscribió en una academia para estudiar para secretaria bilingüe y al poco tiempo ya no quise ir a la escuela pues me daba miedo reprobar y quedar mal con mi tía Charo. No se cual fue el motivo pero me regresaron con mi abuela materna…

Realmente todo lo anterior es una historia triste pero verdadera que no termina ahí pero que al final todo eso quedó en el pasado, lo importante es el resultado final de la historia. Emma es una mujer exitosa que supo utilizar todo lo que estaba en su contra a su favor, ella ha perdonado todas las injusticias que se han cometido. La vergüenza pasó por otras personas porque en nuestra familia no hay vergüenza, solo existe orgullo… orgullo por la madre que nos dio la vida y nos enseñó a tomar lo mejor de ella. Emma es una mujer que comparte lo que se le ha dado y sabe respetar aún y cuando respeto fue lo último que se le brindó. Emma es aquella india que sabe amar y por eso la reconozco y le agradezco todo lo que ha hecho por mí. Tal vez algún día tendremos la oportunidad de compartir la historia completa con ustedes, tal vez…

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