Thursday, July 14, 2011

Todo pasa por una razón…

La razón no es fácil de encontrar pero finalmente aún y cuando no se encuentra existe. Eso es claro.

Resulta que salimos de Casa Grande con un destino: Medellín, tratando de disfrutar el camino aunque es casi imposible porque los conductores en Colombia son bastante irrespetuosos y esto significa que 200% de nuestra atención se enfoca a mantenernos vivos en la ruta. Colombia cuenta con rutas que yo denominaría de “Clase Mundial” pero nunca lo serán al menos que la cultura vial mejore. Existen “Escuelas de Manejo” pero la población simplemente opta por darle a la vida un valor bastante bajo. Bastante molesta (lo pueden notar en mi escritura) cuando me encuentro manejando mi motocicleta y tengo que lidiar con autos, traileres y otras motos invadiendo nuestro espacio en diferentes maneras. Como lo he mencionado antes, para nosotros como motociclistas lo que importa es la ruta no el edificio o el tour que se pueda tomar, porque de qué sirve aspirar a ver un sitio si la vida se pierde en la ruta. Suena exagerado pero no es así; para aquellos motociclistas o conductores que se jactan de poder conducir igual que los locales la situación en Colombia les ha de parecer normal, pero cuando se conduce bajo las normas de la seguridad vial se sabe el riesgo al que uno se expone y se trata de reducir o eliminar. Cómo lo tratamos de reducir o eliminar?: respetando los límites de velocidad, conduciendo apropiadamente, utilizando las señales necesarias para asegurarnos de que los otros sepan cuales son nuestras intenciones en el camino, abandonando el camino cuando el peligro es inminente y dejar a los idiotas ir, concentrándonos en lo que estamos haciendo y ayudándonos uno al otro. Si los caminos secundarios fuesen seguros en Colombia no dudaríamos en tomarlos para evitar el tráfico pero lamentablemente hemos sido advertidos de solo seguir caminos principales. En algún punto romperemos eso porque creo que nuestra vida corre más peligro en los caminos principales… que con la guerrilla.

La situación no cambiará así que nuestra misión es disfrutar Colombia y seguir interactuando con gente como la que hemos tenido el gusto de conocer. Eso sí, la gente en Colombia me parece muy amable y dispuesta a ayudarnos. Hemos pasado por casos en los que preguntamos a un motociclista como llegar a tal lado y el mismo motociclista nos lleva a donde queremos ir. Parecería arriesgado confiar en la gente así pero nuestro sexto sentido nos ha enseñado hasta que punto confiar.

La ruta fue de Mendihuaca a Pailitas César donde pasamos la primer noche, un pueblo pequeño pero encantador. Nos hemos dado cuenta de que las montañas de cualquier país cuentan con un ambiente mejor que el de la costa, mucho más tranquilo y las ciudades o pueblos son más limpios, el clima es más fresco y puede uno encontrar buenos alimentos.
Un grupo en Pailitas César...

-Muchos derrumbes-

De aquí partimos hacia Bucaramanga donde no teníamos pensado pasar la noche pero un incidente nos OBLIGO a quedarnos ahí. Resulta que paramos a cargar gasolina y yo pregunté si aceptaban tarjetas de crédito puesto que no cargaba efectivo en ese momento y el empleado dijo que sí. Al cobrar se dio cuenta de que el sistema, que yo no controlo, estaba fallando así que no podía recibir mi tarjeta de crédito. Hablamos con el jefe y este bastante déspota pidió mi pasaporte si quería mi tarjeta de crédito de regreso hasta que pagara. El lío se armó porque no me pareció la manera en que nos trataron especialmente después de que escuché como el empleado mentía al dueño diciendo que mi tarjeta tenía un problema solo para cubrirse a él mismo. En fin, finalmente aceptaron que eran ellos los del problema pero no me devolvían mi tarjeta así que salí en busca de la policía y un grupo de personas se empezó a formar y de entre todas las soluciones que cada uno tenía, una de ellas fue sorprendente. Un hombre desconocido totalmente se ofreció a pagar la cuenta completa sin esperar que le pagáramos de vuelta. Silvestre, el dueño de la tienda de enfrente a la gasolinera pagó $35000 pesos Colombianos equivalentes a casi $20 dólares Americanos y nos dijo que no nos preocupáramos, pero cómo no nos vamos a preocupar? Entonces decidimos quedarnos para pagarle. Aquí aprendí de nuevo a cargar efectivo a la mano para ciertos imprevistos.
"Silvestre y Brian"
El negocio de Silvestre.

Bucaramanga, la capital del Departamento de Santander, es simplemente una ciudad bastante poblada y sin ningún atractivo que invite a quedarse, sin embargo esta experiencia fue una muestra de la bondad de los Colombianos. Al siguiente día Silvestre se sorprendió al vernos, recibió el dinero y con gusto se ofreció a llevarnos a las afueras de la ciudad para encontrar la ruta que necesitábamos. Recuerden, sin mapas no es tan fácil. Salimos con destino a San Gil y descubrimos que la noche pasada hubo un accidente bastante desagradable que posiblemente nos hubiera forzado a regresar a Bucaramanga…
Partes arrojadas en el accidente.

Esta ruta es hermosa, el Cañón de Chicamocha es absolutamente espectacular. Denominaría a esta una ruta de “Clase Mundial” si algo mejorara, adivinaron… el tráfico. A 30 kilómetros por hora la mayor parte del tiempo, detrás de un trailer o delante de un estúpido conductor, pasamos por este cañón y llegamos a San Gil. San Gil es una pequeña ciudad en Santander y Santander en general me ha parecido hermoso. San Gil es bien conocido por la tranquilidad de la que se puede gozar, por los deportes extremos con los que cuenta, por el hecho de contar con algunos de los mejores Rápidos (ríos) de Grado 4+ en el Sur de América y sin duda alguna por contar con el MEJOR mercado que he visitado en toda mi vida… Que barbaridad de mercado, organizado, limpio, con una variedad impresionante de frutas y verduras, las carnes separadas de todo lo demás, diferente niveles dentro del mismo, se puede desayunar por una mínima cantidad de dinero ahí mismo sin tener que aguantar las ganas de vomitar porque huele mal pero sobre todo se puede apreciar el orgullo de la gente cuando están lidiando con uno. Impresionante… Quedé encantada...
-Cañón de Chicamocha-
San Gil...
Los autos no suben toda la colina debido a accidentes.

Antes de visitar cualquier sitio en San Gil tuvimos una experiencia bastante curiosa y agradable. Jamás pensé volver a ver Jota nuevamente y casi al llegar a San Gil un auto lleno de gente gritaba a nosotros con manos arriba, Brian y yo nos miramos mutuamente y pensamos que era una de esas ocasiones en que la gente se emociona al ver motocicletas pero no… era la familia de Jota. Jota nos vio pasar por el lugar donde el se encontraba, llamó a su esposa en San Gil para que nos buscara y nos encontraron para invitarnos a comer y a quedarnos con ellos. Sorprendidos aceptamos y disfrutamos de la compañía de esta linda familia, de los platillos típicos, de la historia del área y de un sitio para acampar genial. El clima y el ambiente fueron perfectos para disfrutar de nuestra tienda de campaña.

Tuvimos el gusto de conocer a más miembros de la familia de Jota. El padre de Jota es un hombre con visión y corazón, nos mostró lo que pronto quedará reconstruido para ofrecer a la gente un lugar en donde se pueden transportar a la historia y disfrutar de la cultura Colombiana. Las ruinas que nos mostró tienen una historia bastante triste que si algún día se encuentran por aquí conocerán, yo no compartiré con ustedes esta historia porque es casi imposible de transferir, solo les digo que todo pasa por una razón y aunque esa razón no sea evidente en el momento siempre resulta ser positiva o necesaria. Les deseamos éxito en el proyecto y gracias por compartir con nosotros y educarnos más, pero sobre todo por acercarnos más a nuestro amigo Rigoberto.
Lindo para acampar...


Las ruinas...


Los amigos.

El Mercado de San Gil, el mejor.
Variedad de frutas y verduras.
Jota y su esposa en el Mercado de San Gil.

Hubiese deseado pasar mas tiempo aquí pero teníamos una meta, reunirnos con Diego el Domingo 10 de Julio en Puerto Berrío entre 11 de la mañana y 12 de la tarde así que el Sábado viajamos de San Gil a Vélez todo el día. Paramos en Barichara primero y encontramos un pueblo con caminos construidos de piedra, un pueblo tranquilo y como dicen los locales un pueblo donde la gente entra a un centro cultural en lugar de una cantina; el único pueblo de Santander que ha producido un presidente de la República: Aquileo Parra, claro nos faltó preguntar que calidad de presidente fue este. En fin, el que venga a Santander tiene que visitar Barichara.
En camino a Barichara.

Barichara...

De aquí salimos y pasamos por lugares como Socorro, Oiba, Barbosa para llegar a Vélez. Antes de continuar déjenme comentarles acerca de algo que observé. En Colombia existe el servicio de añadir un equipo a los autos para que puedan funcionar también con gas natural. Pregunté al respecto y el equipo para convertir un vehículo pequeño cuesta $1,700,000 pesos Colombianos aproximadamente, lo cual proporciona 1 cilindro de 65 litros que se puede llenar con 23,000 pesos Colombianos y rinde 114 kilómetros. En realidad hacen falta más datos para hacer un juicio en relación al rendimiento y economía, pero lo que sí puedo comentar es que esto da la oportunidad a la gente de utilizar otro combustible que no sea petróleo puesto que necesitamos el petróleo para otras cosas y no nos damos cuenta de que se está acabando y al parecer el gas natural en Colombia existe en grandes cantidades. Otro punto interesante es que para cargar gas (cualquier tipo) todos los pasajeros en el vehículo tienen que desalojarlo así que imagínense a un turista en un taxi del aeropuerto al hotel con un taxista pidiéndole que se baje del taxi en la gasolinera sin explicación, que miedo no?


Regresando a la ruta. Llegamos a Vélez muy tarde así que lo único que les puedo comentar es que nos trataron muy bien en el lugar en que nos quedamos. Salimos muy temprano para evitar el tráfico pero por desgracia tomamos el camino incorrecto y después de una hora y media volvimos a la ruta correcta. La ruta era una ruta secundaria que recomendaría a cualquiera que tiene tiempo de recorrerla con calma, es hermosa pero un poco complicada, como nos gusta: terracería (trocha para los Colombianos), lodo, enormes fallas geológicas que producen grander orificios en el camino y es así que uno tiene que buscar la manera de pasar por ahí sin desbarrancarse… en general un camino emocionante, claro a las 11 am apenas estábamos en Cimitarra y nos faltaban otras 2-3 horas para llegar al punto donde veríamos a Diego. En este camino emocionante “tuvimos” que parar y brincar en el río para bañarnos puesto que estábamos cubiertos en sudor que ni nosotros mismos aguantábamos el olor, cubiertos en lodo y especialmente yo porque tuve un pequeño accidente donde me caí y me tomó completamente por sorpresa. El lodo es difícil de entender y aún más si existe una capa ligera del mismo sobre una base sólida de lodo o terracería; en este caso la combinación del lodo con las características del terreno me mandó al suelo en fracción de segundos.

Finalmente Brian siente lo que yo siento cuando él se cae. En esta ocasión fue una caída dura pero gracias al equipo que utilizamos no sufrí daños, la moto no sufrió daños, las maletas sí pero mínimos. Cabe mencionar que esas maletas ayudan a amortiguar golpes, tanto para la moto como para mí porque de otra manera las piernas podrían quedar debajo de la moto cuando uno se cae pero con las maletas es más fácil desprenderse de la moto. La foto explicará mejor.

Después de la caída estuve tensa por el resto del camino y en algunas ocasiones Brian me tuvo que ayudar a cruzar áreas de lodo inmensas porque mi cuerpo y mi mente estaban bloqueados. Gracias Brian por responder a mis necesidades y por ayudarme a entender las lecciones técnicas del motociclismo. Para él no fue fácil aceptar que mi mente, principalmente, se encontraba bloqueada y en momentos un pequeño charco de lodo parecía un río o mar de lodo imposible de pasar con mi temor.
Una vista de Vélez.

El trailer se hundió en el camino.

Mi accidente.

Esto no es nada...

Brian meditando...
Refrescando mi cabeza...

Después de un día bastante exhaustivo, donde el cansancio, el clima y la deshidratación casi nos hacen parar y extender nuestra tienda de campaña. Finalmente llegamos al punto de reunión, Puerto Berrío donde nuestro amigo Diego nos esperaba en un retén militar, nos invitó una soda (refresco para los Mexicanos) y nos puso al tanto de la siguiente parte de la ruta… otros 200 kilómetros de camino para llegar a Medellín.

Que emoción volver a encontrarnos con Diego a quien conocimos en Canadá, visitamos en Toronto, Ontario (Canadá) cuando él se encontraba estudiando Inglés y nosotros pasábamos por ahí en ruta a Colombia y ahora en Colombia. Que lindas conexiones de amistad y de apoyo; Diego nos ayudó a encontrar un lugar en Medellín que cuenta con lo que necesitamos y bajo nuestro presupuesto. Realmente no visitamos hostales por dos razones: una porque son más caros que los hoteles cuando se trata de dos personas y la otra es que normalmente el tipo de gente que los visita son aquellos que piden una rebaja de precio de $8 a $7.75 dólares pero que gastan bastante dinero en bebidas y diversión por lo tanto el ambiente tiende a ser de desorden, con gente usando drogas (lo cual me enfurece) y con falta de sentido común y respeto. En fin, la recomendación de Diego es que este lugar es bastante limpio y organizado, ya veremos.

La siguiente parte de la ruta fue más alivianada pero larga, llegamos a Medellín a las 9:30 pm, así que el día fue de 15 horas de manejo, imagínense. Esto no es algo que hacemos todo el tiempo, es tal vez la quinta vez que esto sucede. Manejamos a través de montañas y lugares que durante el día hubiese sido genial apreciar pero en la noche imposible, además nos encontramos con un accidente en donde dos automóviles, una motocicleta y un árbol resultaron con bastantes daños, pobre árbol que culpa tuvo de la estupidez de los otros. Nosotros con cansancio pero con aprecio hacia nuestras vidas buscamos un trailer al cual seguir en la oscuridad… todo salió bien y llegamos a Medellín a encontrar una ciudad enorme y con mucho por ofrecer, de acuerdo a lo que habíamos leído así que nos dedicaremos a explorarla a pie y metro.

Gracias Diego por esperarnos y conducirnos a Medellín… Buen trabajo como equipo para rodar juntos la ruta de Puerto Berrío a Medellín…

En cuanto llegamos nos hospedamos en el hostal, en un cuarto privado e hicimos planes para nuestra estancia. Pronto descubrimos que Annette y Kai, los Alemanes que conocimos en Cartagena con la moto-side car, estarían en Medellín el Martes 12 de Julio para reunirse con nosotros.

Es aquí que el siguiente capítulo inicia…
Mediodía y las mesas llenas de cervezas…

Finalmente con Diego...

No comments:

Post a Comment